La función del aceite para motores es la de lubricar y proteger el motor formando una película entre las partes móviles que disminuye el rozamiento y, por consiguiente,
controla el aumento de temperatura y el desgaste del mismo.
En un principio, podría llegar a pensarse que cualquier tipo de aceite sirve para tal fin. Sin embargo, en el mercado existen muchos tipos de aceites destinados a unas
cargas de trabajo muy diferentes. Aunque directa o indirectamente los aceites de motor son derivados del petróleo, inicialmente pueden dividirse en tres tipos diferenciados:
- Aceites minerales
Los aceites minerales se obtienen directamente de la destilación del petróleo. Su principal ventaja es el precio, aunque cabe decir que también son más inestables a los cambios de temperatura y,
por tanto, presentan unos índices de viscosidad más amplios y con elementos más volátiles que, sobre el papel, pueden aumentar el consumo de aceite lubricante.
- Aceites sintéticos
Los aceites sintéticos se crean en laboratorio a través de productos específicos (generalmente extraídos también del petróleo, como el etileno) para ofrecer índices de viscosidad
más elevados y constantes con la temperatura, así como una mayor resistencia a la oxidación y evaporación.
- Aceites semisintéticos
Los aceites semisintéticos
son una combinación de los aceites minerales y sintéticos con el fin de aunar las virtudes de ambos. Por lo general, su base principal es de mineral (entre el 60 y 80%) y el resto es sintético, gracias a lo cual contamos
con un lubricante que no resulta ser tan caro, pero que presenta mejores virtudes de trabajo.
¿Puedo usar cualquiera de los tres tipos de aceite en mi coche?
Inicialmente debes utilizar el que te recomiende el manual de usuario de tu vehículo, pero en la mayoría de vehículos actuales con largos periodos de mantenimiento, entre 20.000 y 30.000 km, se hace completamente necesario
el uso de aceites sintéticos, puesto que se trata de los únicos capaces de soportar estos largos periodos de trabajo.
Normalmente, los coches más antiguos tienen periodos más reducidos de mantenimiento, de entre 5.000 y 7.500
km, y podrían trabajar con un aceite mineral de calidad sin problemas.
¿Se podría pasar de mineral a sintético?
En principio, sí. De
hecho, se pueden hasta mezclar en un momento de necesidad, pero hay que tener en cuenta ciertos aspectos.
Los aceites sintéticos cuentan con unos elementos detergentes que se encargan de limpiar los motores de carbonilla y residuos; de ahí
otra razón de su mayor vida útil. Sin embargo, los motores que han estado trabajando con mineral tienen una mayor presencia de estos elementos, que son “limpiados” por el nuevo aceite sintético. Estos residuos no desaparecen,
sino que se depositan en el filtro y la bomba, pudiendo llevar a obstrucciones en casos extremos.
Si aún así quieres pasarte al sintético, es recomendable hacerlo paulatinamente en proporción o pasando previamente por el
aceite semisintético.
Además, en todo este proceso siempre debe respetarse la viscosidad recomendada
por el fabricante.